El Huila no solo produce café, cultiva historias. Cada grano que nace entre sus montañas lleva impresa la memoria de generaciones que han hecho del oficio de cultivar mucho más que una labor del campo: lo han convertido en una identidad que inspira orgullo.
Hoy, cuando el mundo se transforma a pasos agigantados, la caficultura huilense se mantiene firme, con los pies bien plantados en la tierra y la mirada puesta en el porvenir. Porque aquí no se trata solo de cosechar, sino de proyectar futuro, construir bienestar y renovar el compromiso con una actividad que es símbolo de trabajo, unión y territorio.
En medio de esta gran apuesta colectiva, el corregimiento de Silvania, en Gigante, cumple 74 años y se convierte en un recordatorio de lo mucho que representa el café para nuestra región. Sus paisajes, su gente y sus tradiciones son una muestra clara de que el arraigo campesino sigue vivo, evolucionando, aportando desde cada finca al desarrollo local. Silvania es una semilla de lo que somos como huilenses: perseverantes, apasionados, comprometidos con lo que hacemos.
Hablar de la caficultura en el Huila es hablar de una cadena productiva que conecta saberes, ciencia, territorio, innovación y comunidad. Somos el primer departamento productor de café en Colombia, con más de 83 mil familias que día a día ponen su esfuerzo al servicio de un grano que ha conquistado mercados internacionales.
Pero detrás de esa cifra está lo más valioso: las manos que siembran, podan, cosechan, seleccionan y secan con rigor y paciencia. Esas manos que no solo trabajan, también sueñan con un campo más moderno, justo y competitivo.
Hoy más que nunca es fundamental entender que la caficultura huilense no puede quedarse en la zona de confort del reconocimiento internacional. El mundo cambia, el consumidor evoluciona, la sostenibilidad ya no es una opción sino un requisito. Por eso, el futuro del café no se construye mañana.
Se empieza ahora. Con visión, con decisiones acertadas, con apuestas que integren tecnología, conocimiento y sostenibilidad sin perder la esencia. El reto es grande, pero el potencial es mayor.
Vale resaltar cómo distintas instituciones vienen sumando esfuerzos en esta dirección. Desde la Gobernación del Huila se ha fortalecido el apoyo técnico y la promoción del café especial, apostando por la calidad, la innovación y la asociatividad como pilares fundamentales para aumentar la competitividad.
Son estas acciones las que permiten que nuestros caficultores accedan a nuevos mercados, mejoren sus procesos y sigan siendo protagonistas del desarrollo rural. La articulación entre gobierno, gremios y comunidad es, sin duda, el camino correcto.
A esto se suma el liderazgo del gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Germán Bahamón, quien ha demostrado cercanía con las regiones, disposición para escuchar y un compromiso claro con el fortalecimiento del gremio. Su gestión ha puesto sobre la mesa la necesidad de seguir transformando la caficultura colombiana desde los territorios, dándole valor a quienes realmente sostienen esta cadena: los productores.
El diálogo constante con los comités departamentales y municipales, así como el impulso a nuevas formas de comercialización, son muestra de una dirección que entiende los retos del presente y se prepara para el futuro.
Lo cierto es que el café huilense no es solo un producto agrícola, es una insignia cultural. En cada taza se cuenta una historia, se celebra una cosecha, se honra un legado. Pero lo más importante: se abre una puerta al mundo. Porque cada vez que alguien en otra parte del planeta reconoce el sabor, el aroma y la calidad del café de nuestra tierra, se confirma que estamos haciendo las cosas bien.
No obstante, no hay espacio para la complacencia. El relevo generacional, la adaptación al cambio climático, la tecnificación del cultivo, la inversión en ciencia y tecnología, la diversificación productiva y la protección de nuestras fuentes hídricas siguen siendo prioridades.
No como problemas, sino como oportunidades para seguir creciendo, para evolucionar sin perder la esencia, para consolidar un modelo de desarrollo rural que sea ejemplo nacional.
En el Huila, la caficultura no es solo una actividad económica. Es una forma de ver la vida, de relacionarse con la tierra, de construir comunidad. Cada vez que una familia decide quedarse en el campo, que un joven decide capacitarse para innovar desde su vereda, que una mujer lidera un proceso productivo o una asociación exporta directamente, estamos sembrando un futuro mejor. Un futuro que, aunque aún no se ve completo, ya se empieza a saborear.
Silvania, con sus 74 años de historia, nos recuerda que el tiempo pasa, pero el compromiso permanece. Que no basta con celebrar la tradición si no estamos dispuestos a renovarla. Que la mejor manera de honrar el pasado es apostarle al mañana.
El Huila caficultor tiene todo para seguir liderando: calidad, conocimiento, pasión y una red de instituciones que creen en su gente. Lo importante es no soltar la meta, avanzar con paso firme y seguir trabajando con orgullo por una caficultura que no solo produce, sino que inspira. Porque el café del mañana, definitivamente, se siembra hoy.
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Por: María Fernanda Plazas Bravo – X: @mafeplazasbravo
Ingeniera en Recursos Hídricos y Gestión Ambiental
Especialista en Marketing Político – Comunicación de Gobierno
Universidad Externado de Colombia