El obispo de la Diócesis de Garzón, monseñor Jaime Alberto Cabrera Arcos, participa en un encuentro internacional de formación para nuevos obispos que se desarrolla en Roma, bajo la organización de la Santa Sede.
POR: ANDRÉS RODRÍGUEZ.
La iniciativa, que reúne a prelados de distintos continentes, busca fortalecer su labor pastoral y episcopal en un ambiente de fraternidad y reflexión.
El curso, que se extenderá durante once días —del 3 al 11 de septiembre—, es coordinado por el Dicasterio para la Evangelización y el Dicasterio para los Obispos. Este año, la convocatoria reúne a 192 obispos recientemente nombrados, la mayoría de ellos ordenados en el último año, quienes comparten experiencias y retos comunes en sus diócesis.
La costumbre de ofrecer seminarios de estudio reservados a los obispos recién ordenados bajo el cuidado del Dicasterio Misionero inició en 1994. Desde entonces, el propósito ha sido brindar a los nuevos prelados un tiempo especial, al comienzo de su ministerio, para reflexionar sobre las responsabilidades del episcopado, escuchar ponencias, recibir información y vivir jornadas de diálogo y oración en Roma, compartiendo al mismo tiempo esta experiencia con obispos de todo el mundo.
Monseñor Cabrera Arcos, quien asumió su misión pastoral en Garzón en febrero de 2025, resaltó la importancia de este espacio de formación que brinda herramientas espirituales, teológicas y prácticas para responder a los desafíos actuales de la Iglesia. Asimismo, destacó el valor del intercambio con otros líderes eclesiásticos y el acompañamiento de autoridades vaticanas.
Durante su estadía en Roma, los participantes abordan temas como la sinodalidad, la pastoral social y la evangelización en contextos contemporáneos. Además, este encuentro fomenta la comunión entre los obispos y fortalece los lazos de colaboración y apoyo mutuo dentro de la Iglesia universal.
La Diócesis de Garzón expresó su respaldo al obispo Cabrera y pidió a la comunidad unirse en oración para que esta experiencia renueve su servicio pastoral. Su participación en Roma representa un paso significativo en su ministerio, al dotarlo de nuevos recursos para guiar a los fieles en medio de los desafíos de un mundo en constante transformación.
