El 5 de diciembre de 1978 quedó grabado en la memoria como el día en que el ilustre maestro giganteño, Luis Alberto Osorio Scarpetta, se despidió de este mundo a la edad de 71 años. Su legado perdura a través de composiciones emblemáticas que han dejado una huella imborrable en la música huilense, destacándose obras como el pasillo «Alma del Huila,» la guabina «Río Neiva,» y la rumba criolla «Camino a Fiestas.»
Nacido en Gigante, Huila, el 24 de septiembre de 1914, Luis Alberto Osorio Scarpetta inició su viaje musical en el hogar formado por Clemente Osorio y Maria de Jesús Scarpetta. Fue en ese rincón huilense donde cursó sus estudios escolares y cultivó sus innatas condiciones musicales.
La senda musical llevó a Osorio a Cali, donde dedicó siete años de su vida a estudiar en el Conservatorio «Antonio Ma. Valencia.» Estos años de formación consolidaron una estructura musical que le permitió no solo destacarse como compositor, sino también como maestro y director de bandas. Su contribución artística se complementó con su vida personal al contraer matrimonio con Virgelina Triana, con quien tuvo tres hijos.
Las composiciones de Osorio, divulgadas principalmente por destacados intérpretes como Garzón y Collazos, incluyen guabinas notables como «Río Neiva,» «Tarde sobre el Río,» y pasillos como «Alma del Huila,» «Flor del Campo,» «Llorando tu Olvido,» y «Gigante,» entre otras. Su música, impregnada de una natural rusticidad, llega como un hálito refrescante de la campiña huilense, cantada por el hombre sencillo con una vena musical emotiva y receptiva.
La vida de Luis Alberto Osorio alcanzó su cúspide en octubre de 1978, cuando el gobierno departamental le otorgó la Orden de La Gaitana, un reconocimiento merecido a su valiosa contribución artística. Sin embargo, apenas tres meses después, el 5 de diciembre, un paro cardiaco puso fin a su travesía terrenal.
Su legado perdura, y en 1995 se oficializó su pasillo «Alma del Huila» como himno del Departamento del Huila mediante el decreto 122 de ese año. Esta proclamación fue la justa coronación póstuma para el hombre que dedicó su vida a cantarle a su tierra, dejando un legado musical que sigue resonando en los corazones de quienes aprecian la riqueza de la cultura huilense.