Queridos lectores, vamos a recorrer el fascinante, caótico y, a veces, surrealista viaje de los tres años de gobierno de Gustavo Francisco Petro Urrego, el primer presidente de izquierda de Colombia, quien llegó al poder el 7 de agosto de 2022 con la promesa de un «cambio» tan grande que haría palidecer a los guionistas de Hollywood.
POR: ANDRÉS RODRÍGUEZ.
El cambio llegó, pero no siempre como lo pintaron en la campaña. Vamos por partes, con un toque de ironía y un chorro de realidad, para analizar cómo le ha ido al país y, en particular, al departamento del Huila bajo su mandato.
🩺 SALUD: ¿UN SISTEMA PREVENTIVO O UN DOLOR DE CABEZA?
Petro prometió una revolución en la salud, con un sistema preventivo que llevaría médicos hasta el último rincón de la patria. Suena bonito, ¿no? En la práctica, su reforma ha sido como intentar armar un rompecabezas con piezas de diferentes cajas. En 2023, la ministra Carolina Corcho intentó reestructurar el sistema de las EPS, pero el Congreso le dio un portazo. Petro, lejos de rendirse, ha seguido insistiendo, incluso con alocuciones de dos horas en 2025 donde acusó a los dueños de EPS como Keralty de ser «criminales» (¡toma ya!). El gremio de aseguradoras respondió con un «inconveniente y delirante», mientras los colombianos seguimos esperando a que los médicos lleguen a ese «último hogar» que Petro tuiteó con entusiasmo en julio de 2025.
En el Huila, la salud no ha visto mucho el cambio prometido. Los hospitales públicos siguen con problemas de infraestructura y falta de personal, mientras los huilenses se preguntan si el sistema preventivo es solo un bonito discurso. Los programas de atención primaria no han llegado con la fuerza esperada, y las EPS, aunque cuestionadas, siguen siendo el salvavidas de muchos.
Cabe recordar que se han entregado a algunas E.S.E. vehículos medicalizados, equipos biomédicos y otros elementos que, aunque se han mostrado como logros del actual gobierno, en muchos casos ya eran proyectos que cursaban desde administraciones anteriores, gestionados por diversas entidades y ministerios. Un maquillaje de continuidad más que una verdadera transformación estructural.
¿Progreso? Más bien un estancamiento con buena prensa.
🚫 ORDEN PÚBLICO: LA PAZ TOTAL QUE SE QUEDÓ A MEDIO CAMINO
La bandera de la «paz total» fue el gran estandarte de Petro. Negociar con el ELN, las disidencias de las FARC y hasta los paramilitares parecía un plan digno de un Nobel. Pero, oh sorpresa, la paz total se ha parecido más a un reality show con demasiados villanos. En 2025, la región del Catatumbo se convirtió en un campo de batalla humanitaria, con desplazamientos y violencia que hicieron suspender los diálogos con el ELN. Petro, en un tuit de julio de 2025, recordó al ELN que los prisioneros son su responsabilidad, como si estuviera dando una clase de ética en X.
En el Huila, la inseguridad ha sido un dolor de cabeza constante. Los enfrentamientos entre grupos armados en zonas rurales como Algeciras, Garzón, La Plata, La Argentina y la presencia de disidencias han mantenido a los huilenses en vilo. La «paz total» no ha tocado tierra en el departamento, donde los campesinos siguen temiendo por su seguridad. Si la paz es total, parece que al Huila le tocó la versión demo.
📚 EDUCACIÓN: MÁS PROMESAS QUE PUPITRES
En educación, Petro quiso brillar con los Diálogos Regionales Vinculantes, una idea que sonaba a democracia participativa de lujo. Sin embargo, las aulas del Huila no han visto grandes transformaciones. La rotación de ministros —Alejandro Gaviria fuera en 2023, Aurora Vergara reemplazada por Daniel Rojas en 2024— ha sido más constante que los avances en infraestructura escolar o formación docente. El presupuesto para educación ha crecido, sí, pero los colegios rurales del Huila siguen con problemas de conectividad y acceso. Los estudiantes universitarios, mientras tanto, se quejan de que las becas prometidas son más difíciles de obtener que un cupo en un concierto de Bad Bunny. ¿Cambio educativo? Digamos que está en lista de espera.
💰 ECONOMÍA: ESTABILIDAD CON SABOR AGRIDULCE
Aquí Petro puede sacar algo de pecho. Contra los pronósticos apocalípticos de que el dólar se dispararía a 5.000 pesos, la economía colombiana ha mostrado resiliencia. Entre 2022 y 2025, el crecimiento se aceleró, la inflación bajó y el desempleo cayó a un dígito. El peso colombiano se revaluó, y la inversión extranjera en 2023 fue la más alta en nueve años. Sin embargo, no todo es un cuento de hadas. Petro ha tenido rifirrafes con los gremios, acusándolos de alinearse con la oposición, mientras ellos critican sus reformas como «modestas». El aumento del salario mínimo (16% en 2023, 12% en 2024, 9,54% en 2025) ha sido un alivio para muchos, pero no ha cerrado la brecha de desigualdad que Petro prometió atacar.
En el Huila, la economía agrícola sigue siendo el motor, pero los pequeños productores no han sentido el impacto de las grandes promesas. La falta de infraestructura vial y los altos costos de insumos siguen siendo un lastre. El café y el cacao, orgullos huilenses, no han visto un impulso significativo del gobierno central. Si la economía va bien, al Huila parece que le llegó solo un eco.
🌾 AGRICULTURA: TIERRAS PROMETIDAS, PERO NO ENTREGADAS (O PEOR, MAL ENTREGADAS)
La reforma agraria fue otro de los caballitos de batalla de Petro. El acuerdo con Fedegán en 2022 para comprar tres millones de hectáreas y distribuirlas a campesinos fue un hito mediático, pero la ejecución ha sido más lenta que una telenovela de los 90. La salida de Cecilia López en 2023 por discrepancias con el Plan Nacional de Desarrollo y el fallo de la Corte Constitucional en 2024 que tumbó un artículo clave muestran que la reforma rural es más un sueño que una realidad.
En el Huila, aunque se han entregado algunas hectáreas de tierra, los campesinos continúan esperando esas tierras prometidas, mientras la concentración de la propiedad rural no cede. Peor aún, han generado indignación las entregas de predios que se han hecho a familias provenientes de otros departamentos, a comunidades indígenas foráneas y, lo más grave, en zonas de protección del Parque Nacional Páramo de Miraflores. Allí nacen fuentes hídricas que abastecen a miles de familias aguas abajo. Esta situación ha despertado no solo críticas, sino una preocupación ambiental que contrasta con el discurso oficial de sostenibilidad. Entregar tierras donde nace el agua es sembrar conflictos para el futuro.
🌍 RELACIONES EXTERIORES: UN MUNDO DE AMIGOS Y ENEMIGOS
En política exterior, Petro ha sido un torbellino. Su crítica a la política monetaria de EE.UU., su ruptura con Israel por el conflicto en Gaza, y su rifirrafe con Trump en 2025 por el tema de los migrantes deportados han puesto a Colombia en el mapa… pero no siempre por las razones correctas. La cumbre de emergencia sobre Gaza en 2025 y la presidencia de la CELAC muestran su ambición global, pero la inestabilidad en el Ministerio de Relaciones Exteriores —con cuatro cancilleres en tres años— no ayuda a proyectar seriedad.
Para el Huila, las relaciones exteriores son un tema lejano. Los tratados comerciales no han traído beneficios palpables al departamento, y las tensiones con EE.UU. preocupan a los exportadores agrícolas. Petro puede estar ganando titulares internacionales, pero los huilenses no ven cómo eso les llena el plato.
📉 ESCÁNDALOS: EL CULEBRÓN QUE NO TERMINA
Si algo no le falta al gobierno de Petro es drama. Desde el escándalo de financiamiento de campaña en 2022, investigado por el CNE en 2024, hasta las acusaciones de escuchas ilegales que tumbaron a Armando Benedetti y Laura Sarabia en 2023, el gobierno ha sido un imán para controversias. La guinda del pastel fue la designación de Benedetti como jefe de despacho en 2025, lo que desató una ola de renuncias y críticas hasta de su propia coalición. Y no olvidemos las acusaciones de Álvaro Leyva sobre supuestos problemas de adicción de Petro (de las que luego se retractó), y que el presidente desmintió en un tuit con tono de poeta indignado.
En el Huila, estos escándalos han alimentado el escepticismo. Los ciudadanos, acostumbrados a la corrupción, ven con desconfianza un gobierno que prometió ética pero se enreda en sus propios líos. La credibilidad de Petro en el departamento está más golpeada que un balón en un partido de barrio.
🗳️ POLÍTICA ACTUAL: POLARIZACIÓN Y UN “DECRETAZO”
Petro llegó con el Pacto Histórico, una coalición que unió a la izquierda como nunca antes. Pero en 2025, esa unidad se tambalea. Los partidos Conservador, de la U y Liberal se han declarado independientes, y el Congreso le ha dado la espalda a varias reformas. Su respuesta, un «decretazo» en junio de 2025 para una consulta popular, que muchos ven como un desafío al orden constitucional. La polarización está en su punto más alto, con marchas opositoras y gritos de «fuera Petro» que él mismo ha cuestionado como inconstitucionales cuando vienen de congresistas.
En el Huila, la política local refleja el cansancio nacional. Los líderes regionales, aunque algunos apoyaron a Petro en 2022, ahora dudan de su capacidad para gobernar sin confrontaciones. La falta de consensos ha dejado al departamento sin grandes proyectos nacionales, y los huilenses sienten que el «cambio» se quedó en Bogotá.
📍 EL HUILA: ¿GANÓ O PERDIÓ CON PETRO?
Si hacemos un balance, el Huila no ha sido precisamente el hijo predilecto del gobierno Petro. Las promesas de reforma agraria no se han materializado del todo, la inseguridad persiste y es cada vez peor, y los avances en salud y educación son más discursivos que tangibles. La economía estable beneficia al departamento, pero no al nivel de sus necesidades. Los pequeños productores y las comunidades rurales, que esperaban ser el centro del cambio, siguen lidiando con los mismos problemas de siempre: falta de infraestructura, acceso limitado a mercados y violencia. Petro ha traído atención al campo, pero en el Huila, esa atención no se traduce en resultados concretos. En resumen, el cambio ha sido más un espejismo que una realidad para los huilenses.
🔚 CONCLUSIÓN: UN CAMBIO A MEDIAS
Tres años después, el gobierno de Petro es un cóctel de ambición, polarización y tropiezos. Ha logrado estabilizar la economía y aumentar el salario mínimo, pero sus reformas estrella se han estrellado contra un Congreso reacio y una ejecución deficiente. Los escándalos han erosionado su credibilidad, y su estilo errático —con tuits nocturnos y desapariciones públicas— no ayuda. En el Huila, el balance es desalentador, un departamento que poco apostó por el cambio se encuentra con promesas incumplidas y un gobierno que parece más ocupado en pelear con sus opositores que en gobernar para todos.
Así que, queridos huilenses, mientras Petro sigue soñando con la «paz total» y la justicia social, en el Huila seguimos esperando que el cambio baje de las nubes a la tierra. Porque, como decía mi abuela, «prometer no empobrece, pero cumplir es otra cosa».